martes, 9 de enero de 2007

John Cage and Merce Cunningham

Al mismo tiempo que la Black MOuntain Colege cogía prestigio, un joven músico John Cage y un bailarín Merce Cunningham estaba comenzando a hacer pequeñas representaciones en círculos artísticos reducidos de Nueva York y la Costa Oeste. En 1937, Cage expresó su opinión sobre la música en un manifiesto llamado el futuro de la música. Esta basado en la idea de que donde quiera que estemos la mayor parte de lo que oímos es ruido. Cage pretendía capturar esos sonidos, no usarlos como efectos sonoros sino como instrumentos músicos. Cualquier cosa de la que pudiera hacerse música era usada por Cage.

A pesar de la respuesta un tanto perpleja de la crítica a esta idea inicial de Cage, éste fue invitado a dar un concierto en el Museum of Modern Art de Nueva York en 1948.

En el nivel teórico, Cage señaló que los compositores que optaban por enfrentarse al campo entero del sonido necesariamente tenían que desarrollar nuevos métodos de notación.

Para 1948 el bailarín y el compositor habían estado colaborando en varios proyectos durante casi una década y ambos fueron invitados a unirse a la escuela de verano del Black College. Willen de Kooning y Buckminster Fuller también estaban allí. Juntos reconstruyeron La piège de Méduse, de Erik Satie. La performance presentaba a Elaine de Kooning como la actriz principal, a Fuller como el barón Méduse, la coreografía para el "mono mecánico" era de Cunningham y los decorados de Willien de Kooning. Dirigida por Helen Livingston y Arthur Penn, la performance presentaba las poco conocidas absurdidades del "drama" de Satie a la escuela Black Mountain. Cage tuvo que luchar para la aceptación de las ideas de Satie, como luego tuvo que hacer para la aceptación de las suyas.

En 1952, Cage llevó sus experimentos aún más lejos y llegó a su obra silenciosa, era una obra de tres movimientos durante la cual no se produce ningún movimiento de forma intencionada.

John Cage es uno de los mejores ejemplos de los que consistió la fusión de las disciplinas artísticas. Durante los años 50 la fusión progresiva de las distintas disciplinas artísticas se aceptaba en Europa como parte de la práctica artística <>, pero su irrupción en Estados UNidos alcanzó una radicalidad inesperada. John Cage fue el encargado de abrir esta puerta estética. Su encuentro con el budismo zen en 1947 fue tan determinante para él como para Yves Klein. Cage descubrió en el fenómeno del silencio el equivalente musical de la nada absoluta, al tiempo que se reafirmó en su idea de la igualdad de todos los aspectos de la creación. Fue así como llegó rechazar cualquier forma de jerarquía, prefiriendo la visión de sonidos y ruidos al mismo nivel que la producción intencionada o no de los mismos. Asimismo, se guiaba por el principio busdista según el cual todo era capaz de desarrollarse con plena libertad. POr último, llevando el principio del azar a su conclusión lógica, Cage se liberó del yugo de la búsqueda de los mejor.

En el espacio insonorizado de Harvard, Cage comprobó que el silencio absoluto no existía. Un año después, en 1952, estrenó su composición legendaria 4´33´´. Su intérprete, David Tudor tocó tres movimientos mediante el cierre sistemático de la tapa del piano y su apertura al final de cada movimiento. La emisión de los sonidos para la cual se habían dado los espectadores no era para ser oída. Pero fue precisamente ese vacío sonoro el que hizo al público percatarse de que cada vez había más ruido en la sala.

1 comentario:

El Deibi dijo...

¡Vaya blog más interesante!

Personalmente, la música de Cage, dentro de mis queridos modernos tan denostados (a veces con razón; recomiendo el libro de Baricco "El alma de Hegel y las vacas de Wisconsin"), no es la que más me gusta. Pero reconozco que, filosóficamente, tiene gran importancia, y ha tenido muchísima influencia sobre la música de la segunda mitad del siglo XX. Ruidos, aleatoriedad, timbres nuevos (el piano "preparado": ¡cuántas cosas se han inventado luego otros a partir de ahí!), filosofía oriental...


Por otro lado, he tenido la oportunidad de tocar alguna obra suya en concierto: 4'33'', en una adaptación que hicimos para flauta, cello y piano (jejeje). Teníamos otra versión para mandolina, triángulo y guimbarda, pero nos falló el músico de la guimbarda, jeje...